Eso lo oímos decir desde que empezamos a tener uso de razón, pero no nos damos cuenta de lo que en realidad quiere decir esa frase hasta que no somos padres. Es entonces cuando te acuerdas de lo que decían tus mayores y ves cómo quienes ayer eran tan solo tus bebés hoy se han convertido en jóvenes independientes, tan independientes que parece que ya no necesitan de nada ni de nadie y que son capaces de hacer su vida por su cuenta. Y esos jóvenes enseguida son ya adultos que se han ido a formar sus propias familias y que incluso ya tienen sus propios hijos, que ahora parece que vuelven a ser tus bebés pero que en realidad son tus nietos, es decir, los bebés de tus hijos. Y entonces serán ellos quienes recuerden esa frase que os oían decir cuando eran pequeños y que no comprendían realmente. Entonces serán ellos los que verán como sus bebés dejan de depender de ellos con el paso del tiempo. Entonces serán ellos los que digan esa frase que siempre se oye a los mayores cuando están delante de los niños: qué rápido crecen.
Es en realidad el ciclo de la vida, que se va solapando con la llegada de las nuevas generaciones y el abandono de las más antiguas, que tarde o temprano acaban por dejarnos pero de las que con toda seguridad seguimos recordando entrañablemente cuando los escuchábamos exclamar con sorpresa ¡pero qué grande estás ya!